
En una movida sin precedentes, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este domingo la imposición de un arancel del 100 % a las películas extranjeras, en lo que representa una expansión de su política proteccionista al sector cultural. La medida fue comunicada a través de su plataforma Truth Social, donde justificó la decisión como una forma de “salvar la industria cinematográfica estadounidense”, la cual, según él, está siendo erosionada por los incentivos fiscales de otros países.
“He autorizado al Departamento de Comercio y al Representante Comercial de EE.UU. a iniciar de inmediato el proceso de instaurar un arancel del 100 % a todas las películas producidas en el extranjero. ¡Queremos películas hechas en Estados Unidos, otra vez!”, escribió Trump.
Sin embargo, el anuncio ha generado desconcierto entre expertos, ya que las películas, al tratarse de propiedad intelectual y no de bienes materiales, no están tradicionalmente sujetas a aranceles aduaneros. De aplicarse, esta sería la primera vez que EE.UU. impone un gravamen de este tipo sobre servicios culturales.
El argumento de Trump apunta a que muchos países, como Canadá o Irlanda, han seducido a productoras de Hollywood con exenciones fiscales, lo que ha llevado a una relocalización masiva de rodajes. En respuesta, estados como California ya han comenzado a ofrecer nuevos créditos fiscales para evitar la fuga de producciones.
Aunque el presidente calificó esta situación como “una amenaza para la seguridad nacional” y la relacionó con la propaganda extranjera, el panorama es más complejo. La industria cinematográfica estadounidense ha sufrido un duro golpe desde la pandemia, con una caída drástica en la cantidad de estrenos y en la recaudación en taquilla, que no ha logrado recuperar los niveles de 2018. No obstante, estudios como Disney y Warner Bros. han empezado a reportar ganancias en sus plataformas de streaming, mientras otros aún luchan por alcanzar rentabilidad.
Además, muchos estudios estadounidenses también se benefician de rodajes internacionales debido a costos laborales más bajos y ventajas logísticas. Por lo tanto, una política arancelaria severa podría terminar afectando a la propia industria que se busca proteger.
El anuncio también deja sin resolver cómo se implementaría legal y técnicamente un arancel de este tipo, ya que los tratados internacionales de comercio y las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) podrían limitar este tipo de acciones.
Aún no está claro si esta medida tendrá eco en el Congreso o si forma parte de una estrategia política de campaña. Lo que sí es evidente es que la “guerra comercial” de Trump ha llegado a Hollywood.