
Rusia afirmó haber probado con éxito el Burevestnik 9M730, un misil de crucero impulsado por energía nuclear que, según el Kremlin, puede volar más de 14.000 kilómetros y evadir cualquier defensa antimisiles. El anuncio fue realizado por Vladimir Putin durante un acto oficial, vestido con uniforme militar y rodeado de los altos mandos del ejército, en lo que muchos analistas interpretan como una nueva muestra de poder ante Occidente. “Rusia cuenta hoy con un arma sin precedentes que garantizará nuestra seguridad frente a cualquier amenaza extranjera”, declaró el mandatario, en un mensaje directo a Estados Unidos y a la OTAN.
El Burevestnik, conocido por la OTAN como “SSC-X-9 Skyfall”, utiliza un sistema de propulsión nuclear que teóricamente le permitiría volar durante días, siguiendo rutas impredecibles y a baja altitud —cerca de 50 metros— para eludir radares y defensas aéreas. Su desarrollo comenzó en 2015, y aunque Rusia celebra esta prueba como un éxito histórico, el proyecto ha estado rodeado de accidentes y secretismo, incluido un incidente en 2019 que provocó una fuga de radiación y varias muertes de científicos rusos.
Un mensaje político y militar a Occidente
El anuncio llega en un momento de alta tensión entre Moscú y Washington. El expresidente estadounidense Donald Trump criticó la prueba y pidió a Rusia “enfocarse en poner fin a la guerra en Ucrania antes de fabricar nuevas armas nucleares”. Para expertos en defensa, la prueba tiene un claro trasfondo político: reforzar la imagen de fortaleza del Kremlin y demostrar que, pese a las sanciones y el aislamiento internacional, Rusia conserva su capacidad de innovación militar.
Sin embargo, analistas occidentales mantienen dudas sobre la viabilidad real del misil. “El concepto es impresionante, pero el riesgo de contaminación radiactiva y los desafíos técnicos son enormes”, señaló Ian Williams, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). De confirmarse sus capacidades, el Burevestnik podría alterar el equilibrio estratégico global y abrir la puerta a una nueva carrera armamentista nuclear, poniendo en riesgo décadas de tratados de control y estabilidad internacional.