
El asesinato del joven David Esteban Nocua, estudiante del colegio Miguel de Cervantes en la localidad de Usme, ha generado profunda conmoción en la comunidad educativa y reavivado las exigencias de justicia y mayor protección para los menores en entornos escolares. El caso avanza en la justicia luego de que los dos adolescentes implicados, de 14 y 15 años, confesaran su responsabilidad en el crimen.
Francisco Bernate, abogado que representa a la familia de la víctima, solicitó ante el juzgado que los responsables reciban la pena máxima contemplada en el Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes: internamiento hasta que cumplan 21 años. Según Bernate, el nivel de sevicia mostrado por los menores revela un alto grado de peligrosidad.
“Por la gravedad de los actos que han cometido, por la forma llena de sevicia, nos muestra que no son personas aptas para vivir en comunidad. Nuestra expectativa es que se les imponga la máxima sanción que contempla la ley”, afirmó el jurista en diálogo con RCN Radio.
El proceso judicial se encuentra en una etapa avanzada, ya que los menores aceptaron los cargos. La sentencia podría conocerse en las próximas semanas.
Desde que se conoció el crimen, el pasado 10 de mayo, los estudiantes del colegio Miguel de Cervantes se han movilizado para honrar la memoria de David y exigir justicia. Con velatones, plantones y una micromovilización organizada por los propios compañeros, la comunidad escolar ha reclamado mayor presencia institucional y entornos seguros.
Juan Calderón, amigo cercano de la víctima, recordó a David como un joven solidario, alegre y siempre dispuesto a ayudar.
“David siempre se preocupaba por los demás. Si veía a alguien triste, era el primero en acercarse a ayudar”, expresó.
La tragedia también ha despertado temores entre los jóvenes de la localidad. “Tenemos miedo de salir a las calles, incluso de ir a un parque o jugar fútbol. Saber que algo así nos puede pasar, nos llena de terror”, comentó uno de los estudiantes.
Algunos compañeros conocían a los agresores y aseguran que ya mostraban señales de alerta. Una de las adolescentes implicadas habría manifestado comportamientos perturbadores, como el consumo de contenido violento y un intento previo de suicidio.
“Nos contaron que le gustaba ver videos de personas siendo asesinadas y se reía. También había intentado suicidarse una vez en el colegio”, relató una estudiante.
Mientras el caso sigue su curso judicial, la comunidad educativa insiste en que este crimen no puede quedar impune y que deben implementarse medidas urgentes para evitar que hechos similares se repitan.